MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01DAA073.59D02F70" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como "archivo de almacenamiento web". Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos. ------=_NextPart_01DAA073.59D02F70 Content-Location: file:///C:/508AA08C/002Buitrago,etal.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="utf-8"
La superioridad =
del
hombre blanco en la colonización del pensamiento hispanoamericano contempo=
ráneo
The
superiority of the white man in the colonization of contemporary Hispanic
American thought
Ramiro
Aurelio Buitrago1*
1 Universidad Privada Dr. Rafael Belloso ChacÃn.
2 Quality Leadership University. Ciudad de Panamá, Panamá.
*Autor por correspondencia: Ramiro Aurelio Buitrago, ramirobuitrago@urbe.edu.ve
=
Recibido: 20 de febrero de 2024
 Aceptado: 22 de abril de=
2024
Resumen
El presente estudio, tuvo como propósito, profundizar en los esquem=
as
seculares sesgados y estereotipados, del imaginario sociocultural
hispanoamericano. Durante su elaboración, se aplicó el diseño bibliográ=
fico y
método bibliográfico; la documentación fue la técnica aprovechada, e ig=
ualmente
la matriz bibliográfica y la matriz analÃtica de contenido, fungieron como
instrumentos investigativos. Con la discusión de los hallazgos alcanzados,=
pudo
reconocerse que, durante más de dos siglos, la sociedad hispana ha atribui=
do al
hombre blanco, un conglomerado de prerrogativas sui géneris; perpetuando a=
sà el
anacronismo de la racialización, que persigue =
de
manera sutil, sostener la segregación en algunos escenarios, donde el suso=
dicho
es quien teje los hilos del dinero y el poder. Finalmente, se logró genera=
r una
propuesta crÃtica, relacionada al valor que aún a inicios del siglo XXI, =
se le
atribuye a la piel blanca en dicha región, como una suerte de huella indel=
eble
del eurocentrismo, en su innegable colonización del pensamiento contemporÃ=
¡neo.
Palabras clave: belleza blanca, privilegio blanco, estudios de blanquitud, racialización, colonización del pensamiento.=
The purpose of this study
was to delve into the biased and stereotyped secular schemes of the Hispanic
American sociocultural imaginary. During its preparation, the bibliographic
design and bibliographic method were applied; documentation was the techniq=
ue
used, and also the bibliographic matrix and the content analytical matrix
served as investigative instruments. With the discussion of the findings
achieved, it was possible to recognize that for more than two centuries,
Hispanic society has attributed to the white man a conglomerate of sui gene=
ris
prerogatives; thus, perpetuating the anachronism of racialization, which su=
btly
seeks to sustain segregation in some scenarios, where the aforementioned is=
the
one who weaves the threads of money and power. Finally, it was possible to
generate a critical proposal, related to the value that even at the beginni=
ng
of the 21st century, is attributed to white skin in said region, as a kind =
of
indelible trace of Eurocentrism, in its undeniable colonization of contempo=
rary
thought.
Keywords: white beauty, white privil=
ege,
whiteness studies, racialization, thought colonization.
Al hablar de la belleza blanca, desde el prim=
er
momento emerge una lluvia de cuestionamientos, cabe pensar … ¿Qué es la=
belleza
blanca?, ¿De qué trata la belleza blanca?, ¿De dónde surge la idea de la
belleza blanca?, ¿Cómo se supone que debe lucir la belleza y por qué tie=
ne que
ser blanca?, ¿Por qué hablar de belleza blanca y no de belleza universal?=
, ¿Por
qué se hace esa distinción de la belleza blanca, como si fuera una cuesti=
ón a
parte… especial o diferente?, ¿Por qué pensar que lo bello es blanco?, =
¿Por qué
pensar que para que algo o alguien sea bello, debe ser blanco?, ¿Por qué =
aún en
el año 2024 se sigue hablando de la belleza blanca?, ¿Por qué aún en la
contemporaneidad, no se ha dejado de decir que la belleza es blanca? Con
relación a esta cascada de cuestionamientos, vale retrotraer las ideas de
autores como Zapata (2005), quien, en su experiencia, ha considerado válido
destacar lo siguiente:
Para un espÃritu cientÃfico, todo conocimiento es una respuesta a una pregunta= . Si no hubo pregunta, no puede haber conocimiento cientÃfico. Nada es espontá= neo. Nada está dado. Todo se construye. (p. 42)
    De allÃ, la importancia de la p= regunta o preguntas generadoras, con las que se ha iniciado el discurso en el present= e mecanuscrito, mismas que en su interés por responder= , los investigadores, dan comienzo al proceso investigativo, con apoyo a la ética investigativa y al componente metodal más prop= icio, con lo cual se pudiera generar algún redescubrimiento o en el mejor de los escenarios, nuevos descubrimientos. Asà las cosas, con el abordaje cientÃ= fico del privilegio blanco, la belleza blanca o el privilegio del hombre blanco,= no sólo se procura profundizar en una temática de orden superficial, tendenc= ioso o frÃvolo, tiene más que ver con el interés de analizar, comprender y expl= icar, el porqué del elevado valor intrÃnseco, que durante siglos la sociedad hi= spana, ha otrogado a la piel blanca, enalteciendo la estética eurocentrista, distinguiendo y favore= ciendo al hombre caucásico, o como se dirÃa de manera coloquial… el blanquito,= el rubito, el güerito, el catirito, todos modismos hispanoamericanos, eufemismos criollos que procuran dejar claro, que se tra= ta de un hombre blanco, de una persona con tez blanca; a manera de destacar su piel clara y lechosa, con el propósito de elogiarle, = enzalsarle e incluso adularle. Porque en hispanoamérica, = el recalcar que un hombre es blanco, no resulta incómodo, ni despectivo, todo= lo contrario, ser blanco pareciera es mejor, un elemento positivo, una caracterÃstica conveniente, encomiable y socialmente preponderante.
    Entre tanto, conviene rescatar q= ue en el hilo discursivo del presente mecanuscrito, no se pretende perpetuar estereotipos, ni recalcar que, para ser bello, el hombre debe ser blanco, no; pero sà para dejar claro, que aún al dÃa de hoy; en= el imaginario social hispano, continúan arrastrándose premisas colonialistas, dónde se expone al hombre blanco, como un ser socioculturalmente superior;= de allà precisamente parte el argumento del presente extenso. Ahora bien, para logr= ar comprender más allá de entender, de dónde surgen estos esquemas hispanos segados y estereotipados, a favor del hombre blanco, resulta preciso retrot= raer algunos eventos del pasado colonial hispanoamericano, a manera de retrospec= tiva en la narrativa de esta obra, con el propósito de esclarecer el por qué a= l dÃa de hoy, se le encomia en demasÃa al varón blanco… simplemente por ser b= lanco.
    Asà entonces, tras los eventos = acaecidos con ocasión a la colonización europea, en el continente americano a parti= r de 1492, las estructuras culturales de origen indigenista, propios del nuevo mundo, experimentaron grandes alteraciones, por decirlo de la manera más delicada, lo cual trajo numerosas consecuencias para los indÃgenas precolombinos; al respecto los cientÃficos Balcázar et al., (2011), han planteado lo siguiente: “Estos heredaron un complejo de inferioridad, pue= s lo autóctono y lo indÃgena, fueron considerados como inferiores†(p. 91). = De conformidad con lo anterior, sucede que la colonización del pensamiento hispanoamericano contemporáneo, es un proceso que aun cuando haya iniciado durante del siglo XV, ha configurado un fenómeno que se mantuvo por más d= e 500 años y fue expuesto por los referidos autores en el año 2011, mismo que continúa y se sostiene en los albores del siglo XXI. En ese orden de ideas= , los expertos Buitrago et al., (2021a), han externado lo siguiente:
En los paÃses de habla hispana, los ideales deÂ
belleza masculina se desprenden y distancian de sus raÃ=
ces
autóctonas, pues en estos son habitualmente reconocidos como más bellos, =
los
hombres que aun siendo hispanos, ostentan caracterÃsticas fÃsicas mucho m=
ás
globales, por no decir, eurocéntricas o de herencia genética ibérica; au=
nque el
hombre de a pie continúa siendoÂ
en su mayorÃaÂ
de tez morena,Â
mulata o deÂ
color. (p. 29)
    Desde su vasta experiencia en es= te tipo de estudios de la blanquitud, Balcazar et al., (2011), han externado lo siguiente: “Los hispanos heredaron una jerarquÃa social que siempre bene= fició a los terratenientes, a la iglesia, a los polÃticos y otros grupos privilegi= ados†(p. 91). Se trató siempre del poder, que, en manos del hombre blanco europ= eo, le favoreció para ordenar los esquemas sociales, culturales, religiosos, polÃticos, económicos a su favor. No es de sorprender que con tantos recu= rsos de su parte, los otros no se percatasen de la desigualdad entre tantos grup= os, que proliferaron varios lustros después de la colonización, de los que se contaron al mestizo, castizo, zam= bo, mulato, morisco, cholo, torna-atrás, tente-en-el-aire, como tantos que tuv= ieron lugar; a los que el blanco europeo, organizó bajo un sistema de castas, lo= cual fue una suerte de polÃtica sociocultural hegemónica, que nuevamente mantu= vo el orden social a su favor; cabe destacar que aún entre blancos existÃa una = suerte de clasismo, pues los blancos peninsulares, contaban con mejores posiciones, que los blancos nacidos en América. En la óptica de la autora Ortiz-Piedr= ahÃta (2020), resulta necesario expresar que: “La blanquit= ud, puede considerarse como un lugar de enunciación, que denota privilegios simbólicos desde pasadas épocas hasta el presente†(p. 4).
    Asà pues, con el paso de los aÃ= ±os, los esquemas socioculturales que se erigieron, cómo consecuencia de la coloniz= ación en el continente americano, continúan arraigados en el imaginario colectivo contemporáneo; sesgando sus sistemas de creencias, principios y valores estéticos; orientando sus costumbres de manera tal, que aún al dÃa de ho= y; continúe percibiéndose al hombre blanco, como un ser socioculturalmente dominante y estéticamente superior. De hecho, muchas veces este fenómeno = pasa desapercibido, ya que durante siglos se ha normalizado e incluso romantizad= o, esta matriz de pensamiento; generando lagunas filosóficas, en las que resu= lta innecesario puntualizar sobre el hombre blanco, decantándose por exaltar al otro. Lo que dicho de otra forma, serÃa asÃ: el privilegio blanco al dÃa= de hoy, se presenta como un fenómeno de “impacto blandoâ€, pues en lugar d= e generar discusiones respecto a este, los interesados en los estudios de racialización, se decantan por discutir sobre la discriminación, la desigualdad, la segregación, la negritud, el indigenis= mo… las minorÃas; sin darse cuenta que incluso hablar de “minorÃasâ€, al m= omento de referirse a los afrodescendientes, ya expone matices de estigmatización, p= ues quizás en un sentido numérico, los ciudadanos afrodescendientes e indÃge= nas sean la mayorÃa, pero a los ojos del hombre blanco que haya teorizado al respecto, siguen teniendo un lugar inferior en las esferas del poder. Igualmente, los autores referidos anteriormente Balcázar et al., (2011), h= an dejado claro que:
En general, el privilegio de los blancos se define como la experi= encia de ventajas que los blancos experimentan, basándose exclusivamente en sus caracterÃsticas fÃsicas y sociales. La primera caracterÃstica es que dic= has ventajas son adquiridas sin esfuerzo. La segunda caracterÃstica es que dic= has ventajas no son el resultado de talentos particulares. Tercero, las ventajas tampoco son comunes ni universales. Cuarto, están asociadas con las condic= iones o estatus social y posición de poder de los individuos; y quinto, aquellos= que gozan de dichos privilegios no son conscientes de los mismos. (p. 86)
    Entre tanto, es importante desta= car que todos estos eventos que datan desde 1492 y que se han trasladado hasta la actualidad, han adoptado diferentes formas de representación, más comúnm= ente cómo la discriminación étnico-racial, un fenómeno social que ha despert= ado gran interés en la opinión pública; y que no solamente ha sido abordado desde= los escenarios cientÃficos, sino incluso a través de las plataformas de comunicación e información tradicional y digital, dando mucho de qué hab= lar, generando cualquier tipo de postura, a favor o en contra. Dicha forma de segregación, favorece el sostenimiento y perpetuación de los esquemas soc= iales sesgados y estereotipados, cuyos puntos de anclaje se apoyan en la aparienc= ia fÃsica y el color de piel, a los que se hizo referencia en párrafos anter= iores, y que tuvieron su origen durante la ocupación de los europeos en el “nue= vo mundoâ€, dando lugar asà a la colonización del pensamiento. Por su parte Ortiz-PiedrahÃta (2020), ha indicado que: “En el campo de las ciencias sociales, la blanquitud, como categorÃa étnico-racial, se ha estudiado poco debido a su falta de enunciación soci= al†(p. 3).
    Asà entonces, puede inferirse q= ue el privilegio del hombre blanco, proceso sociocultural secular, consecuencia directa de la colonización del pensamiento hispanoamericano, ha tenido un alcance tan lóbrego e imperceptible, como fenómeno de interés cientÃfic= o, que aún al dÃa de hoy, sin importar cuan presente pueda estar, en la realidad social compartida por los hispanos, es poco frecuente identificar investigaciones autóctonas, cuyo abordaje esté enfocado a la blanquitud y los privilegios sociales intangibles, a = los que esta da lugar. Lo expuesto llama la atención, porque de allà se puede reconocer que= los valores éticos y estéticos, compartidos por quienes tienen origen en dicha región, continúan comprometidos con los esquemas eur= ocentristas, lo cual pareciera no ha generado mayor interés en los investigadores, expe= rtos y autores hispanos, por orientar sus labores investigativas hacÃa la profundización, del por qué dicho fenómeno, aun cuando hayan transcurrido cientos de años, sostiene su lugar y continúa filtrándose en numerosas m= anifestaciones y expresiones de naturaleza artÃstica, cultural, social, visual y estétic= a; como una suerte de capital social. Aun asÃ, es innegable que, como fenóme= no multidimensional, la colonización del pensamiento, ha sido intervenida des= de otros enfoques, llámese: polÃticos, ideológicos, filosóficos, geoestrat= égicos, entre otros tantos. En opinión de los mismos Buitrago et al., (2021a), vale destacar que:
Aunque se trate de un fenómeno que pase desapercibido para mucho=
s, de
forma implÃcita se sigue presentando la supremacÃa del hombre blanco, en =
casi
cualquier obra que se desprenda deÂ
la industria cultural,Â
y el mejor=
Â
ejemplo de elloÂ
es el séptimoÂ
arte, donde
independientemente del géneroÂ
al que cadaÂ
pelÃcula pertenezca: comedia,Â
drama, romance, acción, f=
icción,
suspenso, misterio, terror, gore, slasher, giallo, X, continúa exponiéndose una raÃz común e=
n cada
metraje, dónde todo parece girar alrededor del varón caucásico. (p. 41)<=
/span>
    Respecto a lo antes planteado, l= os ya referidos autores Buitrago et al., (2021a), han dejado claro lo siguiente: = La industria cultural <= /span>en general, rinde gran apologÃa a <= /span>la belleza blanca masculina, elevándole como el arquetipo ideal, el modelo fÃsico aspiracional en occidente, con mayor reconocimiento y acepta= ción entre las masas†(p. 38). A tenor de lo que estos autores refieren, resul= ta fundamental reconocer que en un sentido ético, estético, plástico, socia= l y cultural la colonización del pensamiento, ha dado lugar no sólo al privil= egio del hombre blanco, la segregación, racialización, xenofobia, discriminación, y otras formas conexas de intolerancia; sino ta= mbién a la desigualdad social, el blanqueamiento racial, la sumisión de la mujer= a favor del varón blanco… sobre todo si se trata de una mujer indÃgena o afrodescendiente, la cosificación de la mujer negra, la fetichización de la mujer afrodescendiente, la explotación del cuerpo femenino, la invisibilización de las comunidades de origen indige= nista y afrodescendientes, la cosificación del hombre negro, la hipersexualización del varón afrodescendiente, entre otros tantos fenómenos de la misma natu= raleza anacrónica.Â
    Asà las cosas, con relación a = los privilegios de la blanquitud, la belleza del ho= mbre blanco, o el privilegio de los hombres blancos, los autores Balcázar et al= ., (2011), sostienen que: “Son el resultado de un proceso, donde caracterÃs= ticas asociadas a la piel blanca definen, promueven, mantienen el statu quo†(p= . 87). Con relación a ello, es necesario reconocer que dichas caracterÃsticas, a= las que se hace referencia en la cita anterior, comprenden un conjunto de eleme= ntos fundamentalmente estéticos, pues sucede que la mayorÃa de los hombres a l= os que se les reconoce como “blancosâ€, independiente de cuál sea su origen, t= ienen una pigmentación clara, la cual otorga a su piel distintas tonalidades, que va= n de blanco a rosa pálido, rosado o rosáceo tenuemente bronceado; de igual for= ma su piel lechosa, puede cambiar de tono, según como sea expuesta a la radiaciÃ= ³n ultravioleta (UV), que no es otra cosa que=  una forma de radiación no ionizante, emitida por el sol u otras fue= ntes artificiales, como las camas de bronceado.
    Igualmente, los varones blancos = comparten otras caracterÃsticas fÃsicas, como rasgos faciales con mayor armonÃa en= tre los ojos, la nariz, los labios y el mentón. Dado sus bajos o pocos niveles de pigmentación, algunos pudieran tener el cabello de color castaño claro, c= astaño rojizo, rojo oscuro, rubio oscuro o rubio claro; asà también pueden prese= ntar diferentes variaciones en la forma, el tamaño y el color de los ojos, los cuales podrÃan ser azules, castaños, verdes y excepcionalmente grises, al= mismo tiempo los hombres blancos y más aún, aquellos cuya herencia genética sea europea, cuentan con la mayor concentración de vello facial y corporal, en comparación con otras etnias, vale subrayar que las poblaciones originaria= s de Europa y Eurasia, más que de cualquier otra área geográfica del planeta, cuentan con estas caracterÃsticas.
    Asà pues, resulta conveniente p= recisar que los valores éticos y estéticos en hispanoamérica, continúan siendo colonizados por esquemas ideáticos = eurocentristas; al advertir que aún en la contemporaneidad, se siga otorgando mérito a las caracterÃsticas fÃsicas antes descritas, que mayormente revisten interese= s de tipo estético, superficial, plástico, visual. La huella indeleble del eurocentrismo es innegable, aunque hayan transcurrido cientos de años, des= de 1492 hasta el dÃa de hoy, continúa filtrándose en numerosos estamentos, o figuras representativas del imaginario social hispanoamericano, replicándo= se en diferentes instituciones sociales, asà como en diversas prácticas comunes= en paÃses hispanohablantes, llámese México, Colombia, Ecuador, Venezuela, Argentina, Chile, Perú, entre otros, respecto a ello = Chirix y Sajbin (2019), se han decantado por dejar cla= ro:
El colonialismo ha existido y existe a través de la clasificación, jerarquiz= ación y segregación racial. Existe en la presencia de instituciones coloniales, = de sujetos y corporaciones coloniales, de la violencia racial, del “derecho = de pernada†en las fincas y en las casas de los blancos, a través de la servidumbre sexual que existió en las bases militares durante la guerra, d= e las perspectivas legitimadas y naturalizadas por el colonialismo económico, de= la identificación y representación de los sujetos sociales construidos como = “los otrosâ€, que reproduce un colonialismo discursivo, que no sólo da cuenta = de una realidad, sino que la construye. No es posible afirmar que la colonización= es el pasado y que estamos en otro estadio histórico; lo cierto es que la colonización solo ha cambiado de rostro. (p. 13)
    De allÃ, que en el argumento in= icial de este extenso, se haya dejado claro desde los primeros párrafos, que el val= or social intrÃnseco, que se le asigna en hispanoaméric= a a la piel blanca, se desprende de los esquemas socioculturales sesgados y estereotipados por la colonización del pensamiento, a través del eurocent= rismo cómo ideologÃa colonialista, en la que el hombre blanco peninsular y mant= uano, representa la mayor pureza de la sangre y ostenta el poderÃo polÃtico, intelectual, militar, económico e incluso religioso, otorgándole asÃ, un= lugar por encima de cualquier otra etnia que haya existido o exista, pues aun cua= ndo este constructo social data del medievo, continúa filtrándose en los para= digmas sociales contemporáneos. De acuerdo con su experiencia, los ya referidos autores Balcázar et al., (2011), han reiterado lo siguiente: “Dichos privilegios, también les atribuyen a los hombres blancos, una posición de superioridad en la sociedad†(p. 87).
    Igualmente, es indiscutible que = el eje dinamizador de todos estos procesos, ha sido un conglomerado de prejuicios,= que van desde el racismo, la discriminación, el desprecio por el hombre negro,= el desdén por la piel de color, la cosificación del hombre negro como “sem= ental reproductor de esclavosâ€, la deshumanización del hombre negro, por parte= del varón blanco colonizador y esclavista, quien durante siglos le consideró = como una bestia de carga, ideal para el trabajo forzado y sacrificado, todos est= os constructos sociales continúan extendiéndose hasta la actualidad; dónde se denigra al hombre negro y se le sujeta a un esquema contemporáneo, de prejuiciosos anclados al color de su piel, como cuando s= e les discrimina a los hombres negros y se generaliza que por ser negros, son de = bajo estrato social, ignorantes, torpes, narcoadictos, malolientes, delincuentes, criminales, asà como otros tantos argumentos discriminatorios, con los que se insiste en estereotipar al hombre afrodescendiente; mismos estereotipos que han fungido como amalgama entre el eurocentrismo, la herencia cultural, la injusticia social y la vulneración= de los derechos humanos fundamentales.
    Bajo la égida de las ideas antes expuestas, cabe resaltar aquello con lo que los autores OrtÃz et al., (2018), han traÃdo a colación: “Los prejuicios, son una distors= ión de la realidad, pues se generaliza un atributo a un grupo de personas†(p. 2= 19). Es importante sostener estas ideas sobre la mesa, puesto que este tipo de discriminación por apariencia o estética, más aún si está vinculada a = aspectos fÃsicos como el color de la piel, son constructos que se desprenden de los estamentos, que la sociedad occidental arrastra desde la época colonial, lo mismo ocurre con la superioridad del hombre blanco, la belleza del hombre blanco y los privilegios de la blanquitud. Por = ello, es que surgen estudios como este, dónde se aspira visibilizar que en hispanoamérica, continúa otorgándose al hombre bla= nco un lugar superior, simplemente por ser blanco, lo cual durante tantas décadas= se ha normalizado tanto, que, para los académicos más conservadores y tradicionalistas, pudiera resultar incómodo, innecesario y hasta ridÃculo= traer a colación tal fenómeno.
    Por su parte, los ya referidos a= utores Buitrago et al., (2021a), se han decantado por extenderse en lo siguiente: = El discurso sociocultural, que desde la colonización del pensamiento (…), s= e ha manejado en los paÃses de habla hispana, elevan al hombre [sobre todo si <= span class=3DGramE>se trata de un hombre blanco] como  la figura con mayor dominio social†(p. 29). El privilegio blanco, más allá de ser una temá= tica controversial de interés para las ciencias humanas y sociales, es un hecho sociocultural, que se erige en escenarios de cualquier Ãndole, el cual ha = sido normalizado e incluso romantizado. Por ello, debe ser visibilizado tal cual es; a los f= ines de esclarecer su origen e impacto, en las tramas sociales contemporáneas; = su naturaleza atroz, anacrónica, perniciosa, y los efectos que al dÃa de hoy continúa generando. Finalmente, conviene subrayar que el enfoque investiga= tivo del presente estudio es cualitativo, por tanto y en cuanto, el argumento so= bre el cual se sostiene, está orientado hacÃa el reconocimiento de factores de naturaleza humana, social, cultural, procurando profundizar en el fenómeno= de la belleza blanca, como elemento secular, rancio y distópico, en los conte= nidos relativos a los esquemas sociales sesgados y estereotipados, del imaginario social hispano contemporáneo.
Â
<=
span
lang=3DES style=3D'color:#221F1F'>Fundamentación teórica
    Resulta interesante reconocer el a=
lcance
que el eurocentrismo al dÃa de hoy detenta, pues de allà surgen las difer=
entes
tramas de poder, dónde el varón blanco, como sujeto dominante, ha tenido =
todas
las oportunidades imaginables, de modelar los escenarios a su favor, genera=
ndo
los lineamientos polÃticos, culturales, religiosos, económicos, militares=
que
dieron origen a las instituciones y estamentos sociales del “nuevo mundoâ=
€. Lo
más irónico, es que a través de la mirada eurocentr=
ista,
para el hombre blanco del medievo y posterior a ello, en la etapa colonial y
contemporánea, todo lo que tenÃa que ver con la organización social en g=
eneral,
en las indias occidentales, asà como la CapitanÃa General de Venezuela, el
Virreinato del Nuevo Reino de Granada, Virreinato del Perú, Virreinato de =
las
Provincias del RÃo de la Plata y los demás territorios, ocupados por las
diferentes coronas europeas, popularmente conocidos en la Europa colonialis=
ta
como: “las nuevas tierras descubiertasâ€, configuraba la exaltada de man=
era
prosaica “carga del hombre blancoâ€, misma donde se visualiza a éste, c=
ómo el
ser que tiene la misión social, humana, religiosa e histórica de dominar,
organizar y dirigir a todas las demás “razas†y formas sociales que ex=
istan y
puedan existir, y asÃ; se fue configurando en “el nuevo mundoâ€, la sup=
erioridad
absoluta del varón blanco, sobre el indÃgena y el negro.
    Ahora bien, al tr=
atarse de
un estudio con amparo en el paradigma postpositivista<=
/span>,
resulta fundamental abordar la acción indagativa desde
una perspectiva humanista, social y ética antropocéntrica. Por ello, se h=
ace
hincapié en las propuestas teóricas, alineadas con las ciencias humanas y
sociales, generadas por autores con investigaciones de orden cualitativo. De
conformidad con lo anterior, puede muy bien decirse que el presente estudio,
tiene como propósito profundizar en los esquemas sociales sesgados y
estereotipados, del imaginario social hispanoamericano, cómo consecuencia =
a la
colonización del pensamiento concretada por el eurocentrismo, ideologÃa
etnocentrista y supremacista en la que se concibe a Europa, como el centro =
del
mundo y amén de ello, los europeos la “raza superiorâ€, por lo que pued=
en y
deben imponer estructuras a “los otrosâ€.
    De allÃ, surgen =
estudios
como este, dónde se discuten diferentes teorÃas relativas al privilegio b=
lanco
y las consecuencias que de ello se desprenden, como capital social intangib=
le a
favor del varón caucásico que hace vida en hispanoam=
érica,
la que de acuerdo a los fines argumentativos del presente estudio, refiere =
a la
región integrada por paÃses hispanohablantes, entre los que se ha conside=
rado a
Colombia, México, Venezuela, Argentina, Bolivia, Perú, Chile, entre otros=
y que
han sido el lugar de origen, de los archivos documentales que fungieron como
fuentes formales y apoyo teórico, a la propuesta del =
mecanuscrito
en cuestión, dónde se considera a la belleza del hombre blanco, como cate=
gorÃa
de interés cientÃfico en el campo de las ciencias humanas y sociales. En =
ese
sentido, es necesario tener en cuenta al autor Mogro=
span>
(2022), quien insiste en explicar que:
En hispanoamérica se asoció el ser = blanco a la condición privilegiada, y por esto actualmente funciona como un sÃmbol= o, que la mayorÃa de las personas acepta o reconoce, que alguien que lo tiene mer= ece ser tratado como superior. El “valor†del privilegio blanco como capital simbólico, se ha mantenido mediante dispositivos discursivos, con los que = se le hace pasar como un bien puro, exclusivo y escaso. (p. 23).
Ahora bien, no siempre los estamentos sociales se apoyan en bases =
de
moral y ética incuestionable; algunasÂ
estructuras sociales han sido fundadas y perpetuadas durante siglos,=
en
beneficio de determinado grupo o estrato, como ocurre con el privilegio bla=
nco,
también conocido como el privilegio del varón blanco y la belleza del hom=
bre
blanco, una suerte de constructo sociocultural, en el que se eleva al varón
caucásico, otorgándole un reconocimiento social intrÃnseco, del que algu=
nas
veces apenas es consciente. De conformidad con lo indicado, viene bien tene=
r en
cuenta a Torbisco (2021), quien ha apuntado lo
siguiente: “El privilegio de los blancos, son un conglomerado de recursos
valiosos, que favorecen su dinámica individual en el escenario social,
cultural, artÃstico, universitario, laboral, entre otros, que poseen sólo=
las
personas blancas, en especial el varón caucásico†(p. 8). En ese sentid=
o,
resulta necesario rescatar que las ideas estéticas eu=
rocentristas,
concretadas y perpetuadas desde el medievo, continúan filtrándose en el
imaginario popular hispanoamericano.
    Asà pues, aún a=
l dÃa de
hoy, en las sociedades contemporáneas de paÃses como Argentina, México,
Colombia, Perú, Chile, Uruguay, Paraguay; se continúa considerando al hom=
bre
blanco, como el estereotipo masculino más bello, entre tantos como puedan
existir, por encima del hombre negro o afrodescendiente, del indÃgena o del
mestizo de origen latinoamericano, y al tratarse de un hombre blanco de ori=
gen
hispano, se rescata lo relativo a su origen étnico, en algún paÃs de cen=
tro o suramérica. Igualmente, resulta fundamental tener pr=
esente
a Pérez (2017), la que ha utilizado las siguientes palabras: “La blanquitud, como frontera, define y establece el sent=
ido de
la pertenencia, pero también remite al tránsito hacia amplitudes insospec=
hadasâ€
(p. 58). Por su parte Mogro (2022), insiste en
explicar que:
Debe tomarse en cuen=
ta que
esta problemática amerita un enfoque multidimensional, al trascender la
percepción subjetiva, para convertirse en una expresión colectiva de disc=
riminación
hacia una parte de la misma colectividad. Tal discriminación puede darse en
diferentes escenarios, y los motivos pueden ser equivocadamente interpretad=
os
como una supuesta superioridad, o incluso miedo, cuando, en realidad, se tr=
ata
de percepciones equivocadas que se van asentando a lo largo de varias
generaciones. (p. 19)
    En ese
orden, se plantea que la blanquitud como catego=
rÃa
investigativa, en el marco de las ciencias sociales, está orientada a la
profundización del comportamiento social en masa, apoyado entre otras tant=
as
representaciones en lógicas de corte autorracista.
Del mismo modo, Pérez (2017), da cuenta de lo siguiente: “El privilegio =
blanco,
aborda los procesos de construcción del sujeto dominante y la reproducción
cotidiana de lógicas racistas†(p. 50). En ese sentido, pudiera inferirs=
e que
el tema de la blanquitud al dÃa de hoy, es una
construcción social en hispanoamérica e inclu=
so a
nivel global, ya que aun cuando en el presente mecanus=
crito,
se aborde esta categorÃa desde el contexto hispanoamericano, para nadie es=
un
secreto, que entre los esquemas culturales de los paÃses europeos, eurási=
cos y
asiáticos propiamente, asà como Estados Unidos de América y Canadá, se =
han
erigido esquemas de culto hacia la piel blanca, lo cual ha jugado a favor de
las personas que cuentan con esta caracterÃstica fÃsica. Por su parte, los
autores Reyes y Alt (2012), opinan lo siguiente: “Los imaginarios sociales
funcionan como constructores de realidad social, dotan de sentido a la soci=
edad
y se mueven en el universo simbólico†(p. 139).
    AsÃ
entonces, todo cuanto se desencadene de categorÃas como el privilegio del =
hombre
blanco, la belleza del varón blanco, la racializació=
n,
segregación, discriminación de los no blancos, son constructos sociales,
figuras culturales, elementos integrativos de la narrativa e imaginario soc=
ial
occidental, cómo cualquier otra arista, que se desprendiera del pensamiento
hispanoamericano colonizado. Pensar que sólo por ser blanco, se trata de un
hombre superior, desencadena un conglomerado de fenómenos de Ãndole diver=
sa,
que forman parte de los estamentos sociales occidentales, cómo una suerte =
de
herencia consuetudinaria del colonialismo europeo. Con relación a los
imaginarios sociales, desde su experiencia Reyes y Alt (2012), opinan lo
siguiente:
Estos son elementos
constituyentes de una realidad social, que subyace en el campo de las subje=
tividades
y que conecta a distintas personas a un campo simbólico determinado. (p. 1=
32)
    AsÃ
pues, a pesar de que el siglo XXI haya comenzado hace un par de décadas,
diferentes esquemas sociales de origen eurocentrista=
span>,
se han perpetuado con el sostenimiento de fenómenos multidimensionales, en=
tre
los que se cuentan la discriminación hacia los colectivos LGBTTTIQA+, el
patriarcado, la cosificación de la mujer, la estigmatización de las mujer=
es
feministas, la invisibilización de los pueblos
indÃgenas americanos, la explotación laboral, la esclavitud jornalera, el
especismo, el derecho de pernada, también conocido como ius primae
noctis, en su construcción más tradicional; p=
ues al
dÃa de hoy se ha degenerado en diferentes formas de abuso, explotación y =
esclavitud
sexual, a satisfacción de quien ostente el poder o el dominio sobre otro;
incluso sin ser blanco o aristocrático, lo cual tampoco resulta extraño q=
ue
ocurra. Con relación a ello, la autora RÃos (2006), ha fijado postura con=
estas
palabras:
Desde campos tan div=
ersos,
se aceptaba que el varón dominante tenÃa que actuar con fuerza, incluso c=
on
violencia, y la hembra pasiva debÃa resignarse a sus acometidas, puesto qu=
e asÃ
lo exigÃa la naturaleza. Ése era el orden sexual. (p. 206)
    Desde
su experiencia, Mogro (2022), ha traÃdo a cola=
ción lo
siguiente: “El racismo, es el producto de una construcción social, que se
inscribe en un contexto económico, polÃtico y social sobre la superiorida=
d de
la raza blanca†(p. 20). En tal sentido, vale recordar que aun cuando sea
cierto, que con la abolición de la esclavitud en Chile (1823), Costa Rica,=
El
Salvador, Nicaragua, Honduras y Guatemala en (1824), Bolivia (1826), Uruguay
(1842), Ecuador (1851), Argentina (1853), Colombia (1853), Venezuela (1854),
Perú (1854), cientos de miles de afrodescendientes obtuvieron la libertad,=
este
hecho no mejoró su condición de origen; pues continuaban experimentando el
estigma de la racialización y del sistema de c=
astas,
dónde básicamente, ostentaban un lugar muy por debajo de cualquier otra r=
aza,
eran considerados incluso inferiores a los indÃgenas. De allà que el autor
Losilla (2020), haya planteado lo siguiente: “La persona negra no se desp=
rendió
de su negritud, que venÃa asociada a un imaginario colectivo racista cread=
o durante
siglos†(p. 9). Respecto a lo expuesto en lÃneas anteriores, los autores=
Chirix y Sajbin (2019), s=
e han
decantado por determinar lo siguiente:
Durante la Colonia, =
la
sociedad fue dividida en castas de colores y se construyó un sistema de
valoración en donde el color moreno o negro fue caracterizado como sucieda=
d y
oscuridad, por lo que las personas con este tono de piel ocuparon los últi=
mos
peldaños de la estructura social. En oposición, el blanco y lo canche;
significaron pureza, luminosidad, creatividad, altura, progreso social. Est=
as
denominaciones inventadas por las clases dominantes y el poder blanco
masculino, sirvieron para humillar y subordinar. (p. 10)
    AsÃ
entonces, fue el hombre blanco quien, desde el primer momento, erigió las =
estructuras
esclavistas que organizaron la vida de los afrodescendientes, entre el siglo
XVI y XIX; mismas que 200 años después, son la raÃz de imaginarios
socio-culturales hispanoamericanos y erigen las sociedades capitalistas
contemporáneas en occidente. Bajo la egida de las ideas anteriores, puede
plantearse que la discriminación por origen étnico-racial, tal como la blanquitud, configuran constructos que emanan de los
esquemas eurocentristas, instaurados por el
colonialismo europeo en el continente americano.
    Ahora
bien, vale acotar que aun cuando el tema de la raciali=
zación,
comprende una de las aristas más preponderantes, que se desprenden de la
colonización del pensamiento y el eurocentrismo; no es la única que se ha
sostenido y perpetuado durante siglos. Sin embargo, al abordar una categorÃ=
a
investigativa, cómo el privilegio del hombre blanco o la belleza blanca,
resulta ineludible hacer mención en lo que a esto respecta, pues la negrit=
ud y
todo lo que ello significa, para quienes tienen ese color de piel, continúa
siendo rechazado… se le rechaza porque los colonizadores europeos erigier=
on un
sistema de creencias, en el que los hombres blancos configuraban la
personificación de la belleza, sabidurÃa y supremacÃa; por su parte los =
hombres
negros, eran la representación de todo lo desagradable, indigno y deplorab=
le,
lo que en palabras del autor venezolano RamÃrez (2002), serÃa descrito de=
la
siguiente manera:
Primero el indio y d=
espués
el negro africano, fueron considerados subhumanos, y como tales, destinados=
a
realizar los trabajos más duros y degradantes, que el europeo se negaba a
realizar por su condición de dominador y racional. (p. 10)
    AsÃ
pues, en la contemporaneidad el hombre negro continúa siendo deshumanizado=
, y
durante siglos, ha sido asociado con lo deleznable; a quienes entre el siglo
XVI y XIX los colonizadores europeos, consideraron bienes intercambiables y
susceptibles de ser enajenados: comercializados, permutados, obsequiados,
entregados como forma de pago; burda, simple y sencilla fuerza de trabajo,
brazos recios para cosechar la caña, espaldas anchas para trabajar en las =
minas
o piernas robustas para arrear al ganado y fue asà como el varón blanco,
explotó la labor fÃsica del hombre negro; de hecho en aquel tiempo los ho=
mbres
y mujeres afrodescendientes, ni siquiera eran considerados seres humanos, de
allà que el esclavista blanco sostuviese, que estos no verbalizaban, razon=
aban,
ni experimentaban ningún tipo de emoción, como sà lo hacÃan las personas
caucásicas. Fueron tratados como semovientes, entre más esclavos se tuvie=
se,
más se enriquecÃa el amo blanco. En ese orden, seleccionaban a algún esc=
lavo
negro, para utilizarlo como semental y que este preñase a las esclavas, pa=
ra
asà también explotarles en ese sentido, y en consecuencia, poseer un mayor
número de esclavos, para venderlos en el mercado o para contar con mayor m=
ano
de obra gratuita, hasta que en cierto momento, los blancos esclavistas,
determinaron que era demasiado costoso, mantener esclavos desde su nacimien=
to y
resultaba más económico, comprarlos en edad adulta y asà aprovecharles c=
omo era
acostumbrado.
    =
span>El
presente estudio se amparó en el método bibliográfico, por cuánto se co=
nsideró
el más viable, con atención a la naturaleza social de la categorÃa
investigativa abordada. Sin embargo, resulta preciso tener presente desde el
principio, que toda labor indagativa, más aún=
si se
trata de una indagatoria cualitativa, amerita el compromiso del o los
investigadores por desarrollar, perfeccionar y completar un proceso, que, c=
on
ajuste al procedimiento más idóneo, genere los hallazgos más puros, alej=
ados de
laudos tendenciosos y elucubraciones caprichosas. En ese sentido, viene bien
recordar a López (2002), quien opina lo siguiente:
Para realizar un tr=
abajo de
investigación, conviene llevar a cabo un desarrollo metódico, que permita=
la
adecuada consecución de los objetivos propuestos, asà como la formulación
clara, concreta y precisa del problema. (p. 167)
    =
span>Ahora
bien, cabe acotar que, en lo atinente a la investigación documental, las b=
ases
de los hallazgos generados se apoyan en el paradigma p=
ostpositivista.
Con referencia a lo anterior, los expertos Cortez et al., (2017), han
argumentado de manera consecuente: “Esta consiste en explorar, revisar y
analizar libros, revistas cientÃficas, publicaciones y demás textos escri=
tos
por la comunidad académica en todo formato†(p. 20). En la elaboración =
de un
artÃculo cientÃfico, han sido Buitrago y Vera (2021), quienes dejaron cla=
ro
que: “Las fuentes de información formal son de tipo neurálgico, pues en=
ellas
reposan los contenidos que dan vida al documento en cuestión†(p. 15). E=
n ese
mismo orden de ideas, los expertos Buitrago et al., (2021b), han expuesto q=
ue:
En términos metodo=
lógicos, la unidad
    =
span>En
ese sentido, es válido tener presente que los estudios documentales como e=
ste,
son de naturaleza cualitativa, también conviene traer a colación, la idea=
que
todas las actividades y diligencias indagativas
atinentes a la documentación, comprenden también la revisión bibliográf=
ica,
esencial para la fase indagatoria inicial, de cualquier investigación de c=
orte postpositivista. Respecto al método bibliográfico, =
conviene
mencionar aquello que en palabras de HenrÃquez y Buitrago (2022), atiende =
lo
siguiente: “Este congrega un conjunto de técnicas especiales, que result=
an de
utilidad para ubicar y aprovechar los archivos pertinentes a la indagación=
en
cuestión†(p. 68).
<=
span
lang=3DES style=3D'color:#221F1F'>Diseño Bibliográfico
Desde la perspectiva de los autores HenrÃquez y Buitrago (2022),
sucede lo siguiente: “Es importante tener en cuenta que en toda investiga=
ción
(…), no se deben confundir jamás a las técnicas con los instrumentos
investigativos†(p. 69). Con atención a la técnica aplicada en esta
investigación, resulta necesario dejar claro que fue aprovechada la
documentación, seleccionada por los investigadores, al advertir la natural=
eza
del estudio en cuestión y al tipo de archivos que fueron auscultados para =
su concretación. Amén de ello, resulta válido conside=
rar un
conglomerado de elementos indagativos, que, ent=
re
otros tantos, conforman las técnicas investigativas en un sentido formal.
Respecto a ello, los ya referidos HenrÃquez y Buitrago (2022), han explica=
do, lo
siguiente:
Aquellos interesados, en llevar a cabo la=
bores
investigativas de corte cientÃfico y académico, están exhortados a compr=
ender
que las técnicas como tal, comprenden un conjunto de procedimientos
especÃficos, que, seguidos en toda regla, favorecen el alcance de diversos
logros, entre los que puede contarse la determinación de vÃnculos entre l=
as
variables/categorÃas/fenómenos con el o los sujetos de la investigación,=
y al
mismo tiempo con el contexto donde este se desenvuelve. Básicamente hablan=
do,
las técnicas de investigación, describen los pasos que debe cumplir el
investigador, para concretar la data informativa de la que apoyarse en el
desarrollo de su estudio. (p. 69)
    En ese orden de i=
deas, con
respecto a la técnica aprovechada en el presente estudio, los expertos Bui=
trago
y Vera (2021), dejaron claro lo siguiente: “Comprende el reconocimiento de
contenidos que enriquezcan el ámbito cientÃfico, desde la episteme y no d=
esde
la doxa†(p. 16). Bajo la egida de las ideas anteriores, viene bien recor=
dar
que la técnica referida, también es conocida como documentación. En lo q=
ue a
ello respecta, MartÃn y Lafuente (2017), han planteado lo siguiente: “A =
este
proceso también se le conoce como búsqueda documental, revisión de
antecedentes, investigación bibliográfica o documental†(p. 152). A ten=
or de lo
expuesto, se procederÃa a la intervención sistematizada de los archivos
documentales, seleccionados para tal fin =
Â
durante el momento heurÃstico. Sobre el cual los expertos Buitrago y
Vera (2021), han planteado lo siguiente:
Es preciso reconocer que, durante el mome=
nto
heurÃstico del proceso investigativo, los investigadores llevan a cabo a la
búsqueda, selección y discriminación de los documentos que
por su contenido, resulten de interés profundo para la investigación, es =
decir,
que ofrecen el mayor cúmulo de información indubitada posible, para asà =
lograr
enriquecer el umbral epistémico del estudio.Â
(p. 18)
    En opinión de lo=
s autores
Buitrago y Vera (2019), sucede lo siguiente: “Las investigaciones con dis=
eño y
método bibliográfico, (…) se caracterizan como formales, teóricas y ab=
stractasâ€
(p. 48). En ese sentido, se debe subrayar que la baterÃa documental que fu=
ngió
como fuente de información, para el desarrollo de la fase documentaria del=
presente
estudio, estuvo integrada por un cumulo de documentos escritos, entre los
cuales pudo contarse: artÃculos cientÃficos, tesis doctorales e incluso
informes técnicos ofrecidos por organizaciones internacionales. Con respec=
to a
lo anterior HenrÃquez y Buitrago (2022), han fijado posición de conformid=
ad con
lo siguiente:
Las fuentes del conocimiento original, es=
tán
conformadas exclusivamente por artÃculos de revistas indizadas, ya que es =
en
estos, donde se socializa el verdadero conocimiento de primera mano, como
resultado o hallazgo de investigaciones formales, elaboradas con anteriorid=
ad,
y que por demás, brindan información actualiza=
da con
relación a la categorÃa o fenómeno, abordado desde la óptica académica=
y
cientÃfica propiamente dicha. (p. 71)
    Ahora bien, concl=
uido el
desarrollo y ejecución del momento heurÃstico de la investigación en cue=
stión,
se procedió con el inicio de la fase hermenéutica; la cual es definida po=
r los
expertos Buitrago y Vera (2021), de conformidad con lo siguiente: “El anÃ=
¡lisis
e interpretación crÃtica y dialéctica, de los contenidos elegidos para la
elaboración del constructo epistémico, se denomina momento hermenéuticoâ=
€ (p.
18). En ese orden de ideas, es preciso rescatar que, para lograr concretar =
la
data suficiente, con la cual se dio sustento teórico y doctrinal al presen=
te
estudio; resultó necesario escudriñar en distintos portales académicos y
cientÃficos de orden global, tales como: Latindex,
AURA, Redalyc, EBSCO, Science direct.
Igualmente, para poder conseguir todos los archivos documentales aprovechad=
os,
se aplicaron como criterios de búsqueda: belleza blanca, blanquitud,
la carga del hombre blanco, la supremacÃa del hombre blanco, el privilegio
blanco, estudios de blanquitud, el dominio del =
hombre
blanco, el poder del hombre blanco, la estética del hombre blanco europeo,
estética eurocentrista, eurocentrismo, la
colonización del pensamiento, sistema de castas, raci=
alización,
discriminación, mestizaje, negritud. Respecto a ello Gómez et al., (2014)=
, han
dejado claro lo siguiente:
La información que diera sustento a cada
investigación, se presenta en multitud de formatos, unos más accesibles, =
más
reconocidos y mejor valorados “académicamente†que otros, entre estos:=
libros,
revistas, actas de congresos, reportes técnicos, normas, tesis e internet.=
Los
libros son el punto de partida de cualquier investigación bibliográfica, =
pues
proporcionan una buena base y una visión global del tema elegido. (p. 159)=
    En ese sentido, c=
abe
recalcar que el universo documental inicial, con el que se contó para llev=
ar a
cabo el desarrollo de la presente investigación, estuvo conformado por 136
fuentes, que fueron reducidas a las 37 obras que integraron la muestra fina=
l y
que con la terminación del referido mecanuscrito, fueron
especificadas en la sección bibliográfica. Igualmente, resulta fundamental
traer a colación que la selección de estos archivos documentales, no se h=
izo de
manera caprichosa, tendenciosa, o esnobista. Pues dicha escogencia partió =
del
hecho que todos y cada uno de los documentos referidos, presentan una serie=
de
resultados o hallazgos indubitados, consecuentes al cumplimiento de un
determinado procedimiento investigativo.
    En relación a la=
matriz
bibliográfica, es necesario dejar claro que por sus caracterÃsticas y el =
uso
tradicional que se le ha dado durante décadas, en investigaciones como est=
a;
resultó válido considerarle entre los instrumentos más indicados, para f=
avorecer
el desarrollo indagativo del estudio en cuestiÃ=
³n, por
lo que fue aprovechada de manera fehaciente. Dicho esto, se reconoce lo
planteado por Sánchez et al., (2020), quienes han explicado que: “Con la=
matriz
bibliográfica, se selecciona y organiza aquella data, que brinde la inform=
ación
más sólida para respaldar el estudio†(p. 28). Al momento de definirle,
conviene tener en cuenta aquello que Gómez et al., (2015), plantean respec=
to a
esta: “Es un instrumento diseñado en Excel, donde se plasma un inventario
práctico y asequible, de todos los documentos que conformaron el universoâ=
€ (p.
426). Por ello, se reconoce la gran importancia que dicho instrumento refie=
re.
Desde su postura como expertos en investigación cientÃfica y académica, =
los
autores Orozco y DÃaz (2018), consideran relevante reconocer lo siguiente:=
La investigación documental, no es solam=
ente la
recopilación de abundante información sobre un tema; tampoco es simplemen=
te la
recitación de ideas de diversos autores con relación a un tema; no es la
adopción pasiva de las ideas de terceros; y en un sentido más crÃtico, n=
o es
copiar información de distintas fuentes y elaborar un brillante informe
investigativo. La investigación de tipo documental, es más amplia que est=
as
concepciones. (p. 72)
    Con atención a l=
a matriz
analÃtica de contenido, como instrumento aplicado en el presente estudio,
resulta conveniente tener en cuenta, aquello que, desde su pericia en
investigación cientÃfica, el letrado DÃaz (2018), ha dejado claro lo sig=
uiente:
“La idea es desarrollar la perspectiva interpretativa de los textos,
profundizando más allá de del contenido manifiesto, también al contexto y
contenido latente†(p. 126). Por su parte los expertos en investigación
cualitativa Sánchez et al., (2020), se decantaron por indicar que: “Con =
esta se
procura una interpretación en base a ciertos criterios, al realizar
inferencias, procurando generar nueva información†(p. 8). Entre tanto, =
los
autores Gómez et al., (2015), han explicado lo siguiente:
La matriz analÃtica de contenido comprende un instrumento diseña=
do en
Excel, donde se relacionan los textos de la muestra, escritos en vertical, =
con
las categorÃas de análisis, escritas en horizontal. De cada texto se deben
extraer y reseñar todos los párrafos o frases, donde se desarrolló un te=
ma
relacionado con alguna de las categorÃas, que previamente se hayan adicion=
ado a
la escuadra. (p. 426)
    Asà pues, en la =
elaboración
del presente mecanuscrito, se consideró que el
instrumento referido contaba con las bondades fundamentales, con las que se
lograrÃa concretar las aspiraciones cientÃficas y académicas, gestadas d=
urante
el desarrollo del estudio de dónde éste extenso se desprende. Por otro la=
do, y
desde su experiencia en la elaboración de estudios bibliográficos, los au=
tores
HenrÃquez y Buitrago (2022), han explicado lo siguiente:
Los instrumentos de investigación corres=
ponden a
los mecanismos, de los que el investigador se vale, para la recopilación o
recogida de la data propiamente dicha; entre los cuales pudiera contarse a =
las
fichas de todo tipo, el cuaderno de notas, las notas sobre notas, los
formularios, pruebas, test, escalas de opinión y listas de chequeo, la
grabadora digital, la cámara de vÃdeo e incluso la cámara fotográfica, =
entre
otros tantos; mismos que serán escogidos con apoyo al tipo de investigaciÃ=
³n, en
la que se procure aprovecharles y por supuesto al propósito que el interes=
ado
aspire concretar. (p. 69)
Procedimientos.
    Ahora bien, en el
desarrollo del presente estudio cualitativo, se hizo abordaje a una categor=
Ãa
investigativa de naturaleza epistemológica compleja: la belleza del hombre
blanco, privilegio del hombre blanco o privilegios de la blanquitud,
fenómeno abordado por una corriente de estudios sociales contemporáneos
denominados: “Estudios de blanquitudâ€. Por =
ello,
resultó necesario apoyarse en la transdisciplinariedad, para lograr la
Algunos procesos son muy complejos como p=
ara
encontrarles solución a través de una sola disciplina especializada. Por =
ello,
requieren un enfoque transdisciplinario, el cual consiste en qué una misma
persona pueda ver el tema desde distintas ópticas; esto difiere del enfoque
multidisciplinario, que es cuando varias personas de distintas disciplinas,
abordan una temática cada una desde su punto de vista. (p. 53)
    De conformidad co=
n lo
anterior, es importante recalcar que las investigaciones postpositivistas,
revisten entre sus aspiraciones fundamentales, el reconocimiento del contex=
to,
análisis de los fenómenos que de este se elevan, asà como también la
interpretación del comportamiento humano externado. Con relación a los es=
tudios
cualitativos, en opinión de Ramos (2015), conviene tener presente también=
que:
“El postpositivismo, indica que la realidad es
aprehensible de forma imperfecta, por la propia naturaleza del ser humanoâ€=
(p.
16). En resumen, los estudios postpositivistas
exponen un análisis crÃtico, sobre la realidad social compartida, por los
sujetos que transitan cada pasaje histórico propio, y que es observada des=
de la
otredad del investigador. Igualmente, conviene tener presente que los esque=
mas
que orientan a este tipo de estudios, tienen origen en la óptica del
investigador. De acuerdo con el criterio de Buitrago y Hernández (2021), es
necesario dejar claro lo siguiente:
Los enfoques epistemológicos como sistem=
as de
convicciones, caracterizados por un máximo nivel de profundidad cognitiva,=
son
influenciados por preconceptos derivados del razonamiento humano, donde la
experiencia y la observación desempeñan un rol preponderante en la constr=
ucción
del conocimiento. (p. 79)
    Finalmente, convi= ene aclarar que el presente mecanuscrito, fue elabo= rado con aprovechamiento del componente metodológico más idóneo, advirtiendo = el tipo de investigación, el paradigma investigativo cualitativo y la naturaleza d= e las fuentes de información utilizadas, entre las que se contaron obras de data reciente, cuyos autores son de origen hispanoamericano, indigenista e inclu= so afrodescendiente; dando lugar a un constructo teórico autóctono desde su = raÃz epistemológica. Asà entonces, con la terminación del estudio en cuestió= n, se aspira sean socializados los diversos hallazgos generados y plasmados en é= ste extenso; procurando brindar a los interesados en los estudios de blanquitud, una perspectiva diferente desde la realid= ad compartida en hispanoamérica.
    Es importante ten=
er en
cuenta que la labor indagativa adherida a los
esquemas postpositivistas, demanda una serie de
recursos de orden cognoscitivo, racional, ético, metodológico y académic=
o que
permita al o los interesados, no sólo adquirir mayor destreza y experienci=
a en
el área investigativa, sino también enriquecer sus bases cognitivas,
cientÃficas e intelectuales, en el perfeccionamiento de algún procedimien=
to
investigativo propiamente dicho. Asà entonces, con el desarrollo y evoluci=
ón
del proceso inherente a lo referido, y hacÃa la compl=
etación
del estudio cualitativo en cuestión, fueron generándose un conglomerado de
contenidos, que, en opinión de los investigadores, resultaban de gran inte=
rés
para la comunidad cientÃfica hispana. Por ello, al decidir elaborar un
constructo que diera cuenta de los hallazgos alcanzados; se atendió una
estructura tradicional en la redacción del presente m=
ecanuscrito,
con el fin de ofrecer una obra ajustada a los estándares editoriales más
socializados, en el macro entorno de las publicaciones cientÃficas. Advirt=
iendo
lo expuesto, se tomaron en cuenta las palabras de Escamilla (2018), quien ha
fijado postura de la siguiente manera:
En un manuscrito cientÃfico debe seguirs=
e una
estructura que se basa en el sistema IMRyD:
Introducción, MetodologÃa, Resultados y Discusión (…). La discusión e=
s tan
importante como todas las demás secciones, y tal vez más, puesto que, en =
ella,
el autor interpreta y valida sus resultados más allá de la estadÃstica. =
(p.
157)
    Sin embargo, tamb=
ién es
cierto que en la búsqueda del conocimiento verdadero, se hace menester
transitar, revisar las categorÃas y subcategorÃas emergentes, de tantos
estudios como sea necesario; para asà finalmente lograr otorgar alguna sue=
rte
de resignificado, a unas u otras investigaciones con mayor luminosidad
epistémica, lo que en palabras de Buitrago y Vera (2021), podrÃa ser desc=
rito
de la siguiente manera: “La forma más elevada del pensamiento, es aquell=
a donde
las grandes ideas, se erigen como galeones en las aguas de la epoché†(p. 9). Asà las cosas, si al dÃa de hoy,=
los
investigadores en ciencias sociales, se encuentran inmersos en las profunda=
s y
bastas aguas de la infodemia; conviene tener el
suficiente criterio como para saber, por tal o cual categorÃa decantarse y
orientar su labor investigativa con ética, compromiso, responsabilidad y
mÃstica, hacÃa la consecución de los propósitos investigativos plantead=
os, pero
por encima de cualquier cuestión, ha de procurarse generar constructos
novedosos, que aporten mayor conocimiento a la temática investigada. Ahora
bien, advirtiendo que el presente mecanuscrito =
se
desprende, de un proceso investigativo amparado en el paradigma postpositivista, resulta de interés fundamental tene=
r en
cuenta a la autora venezolana Orfila (2017), quien ha planteado lo siguient=
e:
En los estudios cualitativos lo que se bu=
sca, más
que representatividad estadÃstica, es una representatividad cultural. Se e=
spera
comprender los patrones culturales, en torno a los cuales se estructuran los
comportamientos y se atribuye sentido a la situación bajo estudio. (p. 42)=
    Por ello, durante=
la labor indagativa de la que se desprende el presente mecanuscrito, pudo advertirse que, entre tantas
investigaciones de renombre e interés global, se distinguieron aquellos
trabajos relacionados con los estudios de blanquitud=
span>;
los cuales persiguen profundizar en los contenidos, relativos a todos estos
procesos vinculados con la racialización, pero=
desde
la mirada del hombre blanco. Esta travesÃa investigativa permitió generar=
un
cuerpo escrito, dónde las premis=
as
teóricas respecto al privilegio de ser blanco, se elevaron como categorÃa
investigativa innovadora; advirtiendo que si bien es cierto, en hispanoamérica se han constituido archivos históric=
os
fotográficos y documentales, gestado y generado numerosos informes,
indagatorias, relatos biográficos, revisiones documentarias, investigacion=
es
cientÃficas y académicas, estudios etnográficos, estadÃsticos, feminist=
as
relacionados con los procesos relativos a la discriminación, negritud, rac=
ismo
y el alcance que al dÃa de hoy, esto ha tenido a nivel sociocultural,
enriqueciendo con ello los anales de la investigación social; es innegable=
que
muy poco se ha hecho en el mundo hispano, con atención a los procesos
relacionados a la belleza blanca, como categorÃa de interés transdisciplinareo.
    De allÃ, que, co=
n la
revisión documental, el análisis, confrontación e interpretación de los
contenidos auscultados, en el presente estudio surgieron las premisas teór=
icas,
que dieron lugar al interés por indagar en profundidad, sobre la estética=
eurocentrista y el capital social que esta supone, am=
én de
la colonización del pensamiento contemporáneo, cómo crÃtica al imaginar=
io
social hispanoamericano. Entre tanto, vale traer a colación algunas de las
premisas que los autores referidos en el extenso, ofrecieron a través de s=
us
propuestas académicas e investigativas, entre las que pueden contarse a los
autores Buitrago et al. (2021a), quienes se han decantado por fijar postura=
de
tal manera: “Durante siglos se le ha considerado al hombre blanco, como
arquetipo estético superior en un sentido amplio†(p. 26). Igualmente, el
argentino Pita (2021), sostiene lo siguiente:
Otra matriz de pensamiento hispanoamerica=
no,
establece que el hombre civilizado es el blanco europeo o eurodescendiente
y el palurdo, que es un animal de carga, una bestia, hace referencia al neg=
ro y
al indÃgena. (p. 19)
    Por ello, en =
hispanoamérica
ha tenido lugar la negación e invisibilización del
racismo, generando una matriz ideática en la que el experto en temáticas =
cómo
esta Pita (2021), refiere lo siguiente: “Los negros ya no existen, sólo =
quedan
muy pocos mulatos e indÃgenas, las naciones han sido purificadas con el
mestizaje hasta lograr la blanquitud†(p. 23)=
. De
allÃ, surge el interés por profundizar en la realidad social, compartida =
por
los varones blancos en hispanoamérica, y la ma=
nera en
la que los hispanos no blancos, continúan perpetuando en su acervo histór=
ico y
cultural estamentos eurocentristas; dónde se e=
leva al
hombre de piel blanca por encina de los otros. En ese mismo orden, es el au=
tor Mogro (2022), no quita el dedo del renglón e insiste=
en
fijar postura de la siguiente forma:
La sociedad ecuatoriana en general, y la =
quiteña
en particular, mantienen un trasfondo racista como parte de su bagaje cultu=
ral
debido a su historia de colonización, en la que el mestizaje se concretó =
como
un hecho violento, impuesto a la vez que negado por el extranjero, que conc=
ebÃa
hijos a los que no reconocÃa como tales, ya que no al estar mezclados no e=
ran
blancos de sangre pura como él. (p. 87)
    Asà las cosas, c=
on este
extenso, se procura generar laudos epistémicos robustos, dando lugar al
constructo del corpus textual, dónde se explane ante la comunidad cientÃf=
ica
global, que los estudios de blanquitud tienen l=
ugar
en hispanoamérica; pues paÃses como Colombia,=
México,
Argentina, Chile, Ecuador, Perú, entre otros que conforman el contexto
referido, ofrecen un conglomerado de posibilidades de acercamiento, a la
categorÃa mencionada, teniendo en cuenta la realidad social compartida por=
los eurodescendientes, que en la contemporaneidad hacen v=
ida en
tales escenarios. Asà pues, con la terminación de su investigación, el a=
utor Mogro (2022), ha insistido en dejar claro lo siguient=
e:
Los constructos sociales respecto a la
superioridad de la supuesta raza blanca, continúan presentes en el imagina=
rio
colectivo de la población ecuatoriana, incluso a un nivel inconsciente, y,=
por
tanto, naturalizado. (p. 88)
    Entre tanto, lo d=
escrito,
no sólo ocurre en Ecuador, en Perú es algo muy común, y lo ha sido por c=
ientos
de años, según los expertos León y Tan (1998), sucede también que: “E=
l racismo
soterrado en la sociedad peruana, da fuerza al sentimiento de “que no som=
os
igualesâ€, de que unos valen más que otros†(p. 52). Asà pues, llama l=
a atención
que un paÃs con numerosos episodios de antologÃa sociohistórica, dónde =
ha
quedado claro y grabado en la memoria colectiva hispanoamericana, hasta que
nivel y momento fue esta Nación objeto de la mayor dominación colonial eu=
ropea;
aún al dÃa de hoy conserve entre sus estamentos sociales contemporáneos,
esquemas con apoyo a valores eurocentristas, de=
jando
atrás que resulta deleznable utilicen cómo una suerte de justificación s=
ocial,
contar con una población mayoritariamente mestiza. En ese orden de ideas, =
viene
bien concatenar lo descrito en este párrafo con lo expuesto por Mogro (2022), quien insiste en explicar que:
La construcción de la noción de superio=
ridad para
la raza blanca, fue un trabajo de cimentación de determinados conceptos, q=
ue
llevó muy largo tiempo y ha obtenido mayor alcance al insertarse en los
imaginarios colectivos y perpetuarse en estereotipos y actitudes
discriminatorias y racistas. (p. =
19)
    En tal sentido, r=
esulta de
gran relevancia traer a colación aquello que MejÃa (2021), ha planteado: =
“La
sociedad mexicana conserva estructuras jerárquicas de distinción a partir=
de la
raza y el color de piel†(p. 721). Con relación a ello, Molina (2021), e=
xpone
lo siguiente: “Los racistas creen que quienes están dotados de determina=
dos
fenotipos, etnicidad y habla poseen un valor social negativo†(p. 26). Es=
to
último se considera una de las premisas con mayor relevancia y perpetuidad=
en
el imaginario colectivo hispano. Lo cual, puede ser explicado a través de =
las
palabras de autores como Chirix y Sajbin
(2019), quienes se han decantado por dejar claro que:
El blanqueamiento puede venir desde los
colonizados, de manera que cuando se internaliza la opresión, quienes tien=
en
piel oscura, es decir, los indÃgenas y los afrodescendientes, idealizan lo
blanco o lo canche con el objetivo de producir descendencia más blanca,
reproducir la supremacÃa blanca y conseguir ascenso o progreso social. (p. 10)
    Entre tanto, este=
esquema
de valores estéticos con herencia sociohistórica, anclados en la ideologÃ=
a
supremacista, el racismo y la discriminación, se replican no sólo en Méx=
ico,
también en otros paÃses hispanoamericanos, lo cual está reflejado en la
realidad social compartida en Bolivia; respecto a ello el autor Molina (202=
1),
expone lo siguiente: “En Bolivia la actitud racista predominante es la av=
ersión
al fenotipo, a la corporalidad y a la etnicidad cultural indÃgenas†(p. =
26).
Esto deja claro que en los últimos meses y hasta entonces, la idiosincrasia
boliviana no se ha deslastrado de la filosofÃa eurocéntrica; pues continÃ=
ºa
defendiendo y perpetuando matrices ideáticas discriminatorias, en las que =
el
hombre blanco resulta histórica y culturalmente más importante, asà tamb=
ién es
reconocido cómo el arquetipo biológico y socialmente superior al resto de=
las
etnias que allà residen. Con relación a las manifestaciones racistas y di=
scriminatorias
con lugar en escenarios propios de la región metropolitana de Chile, los
autores ya referidos Reyes y Alt (2012), opinan lo siguiente:
Ocurre en los espacios públicos, princip=
almente
en la vÃa pública, cuando extranjeros y extranjeras se someten a la mirad=
a de
Alter chileno. En estos casos el color de la piel, el fenotipo y el acento,
generan un trato desigual. AsÃ, se observa que, en Chile, se tiende a inferiorizar a las personas de color y acento de otros
paÃses latinoamericanos. (p. 135)
    Asà mismo, para =
otros
autores como Pita (2021), resulta importante resaltar que: “Argentina se
presenta al mundo como la sociedad más blanca de América Latina. Esto no =
es
simplemente una cuestión cromática, también esboza una idea de superiori=
dadâ€
(p. 19). Sucede también que, en México, este retrato se repite, según lo
explican desde su experiencia OrtÃz et al., (2=
018),
quienes ha traÃdo a colación lo siguiente: “El privilegio blanco (…) =
se
construyó históricamente con la hegemonÃa de las culturas europeas duran=
te
siglos de colonialismo e imperialismo†(p. 219). Es decir, que según cuan
blanca tenga la piel el hombre, se le otorga mayor o menor estatus social,
cultural y biológico en el imaginario hispanoamericano. Lo cual sabe expli=
car
muy bien el autor boliviano Molina (2021), mismo que ha expuesto lo siguien=
te:
En una sociedad racista, los alelos blanc=
os son
un recurso y nadie que los posea querrá desvalorarlos combinándolos con a=
lelos
indÃgenas. Como todo capital, el capital biológico debe ser acumulado y l=
uego
realizado para generar poder y valores sociales. (p. 37)
    Respecto a lo ant=
es
expuesto, los autores Chirix y Sajbin
(2019), se han esforzado por determinar lo siguiente: “En Guatemala, la
blancura se relaciona con el poder, de ahà que sean pocos los indios o neg=
ros,
que han ocupado puestos polÃticos importantes†(p. 10). Por otro lado, en
paÃses como Venezuela, sucede también que los procesos relacionados con l=
a racialización, discriminación y segregación; no se=
perciben
a simple vista, ni generan escenarios en los que de manera descarada, se
vulnere la dignidad del hombre indÃgena y afrodescendiente; todo lo contra=
rio,
pudiera incluso exponerse una multiplicidad de secuencias históricas, que =
desde
el imaginario colectivo y la cultura popular se eleven figuras representati=
vas
de estas etnias cómo modelos sociales, humanos e incluso polÃticos. Sin
embargo, existe un privilegio blanco casuÃstico, en el que algunos movimie=
ntos polÃticosociales, se han decantado por atribuir mayor
relevancia a algunos actores sociales y polÃticos criollos eurodescendientes.
    Entre tanto, para=
nadie es
un secreto que Venezuela, es uno de los paÃses hispanos con mayor porcenta=
je de
eurodescendientes en su Nación; no sólo como
consecuencia a su pasado colonialista… lo cual es innegable e indiscutibl=
e,
sino también porque este Estado suramericano, transitó una época en la q=
ue fue
destino de numerosos movimientos migratorios transcontinentales, lo cual
resultó ser un periodo histórico de interés geopolÃtico, dónde cientos=
de
ciudadanos de origen europeo, se trasladaron a Venezuela durante la segunda
mitad del siglo XX, persiguiendo un sueño, un proyecto, un deseo de supera=
ción,
que en aquel tiempo sus paÃses de origen no tenÃan forma de ofrecer, asÃ=
mismo
lo explica la autora Banko (2019), quien se ha
extendido refiriendo lo siguiente:
Durante el siglo XIX se habÃan proyectad=
o en
Venezuela diversos planes de inmigración, que tuvieron escasa repercusión=
a
pesar de los esfuerzos empeñados con tal fin. La situación cambió de man=
era
sustancial a partir de 1936, cuando fue creciendo el interés por fomentar =
la
inmigración, tal como lo reconoció el presidente Eleazar López Contreras=
, al
plantear la imperiosa necesidad de poblar el territorio venezolano, para lo
cual se requerÃa del aporte de inmigrantes, que pudieran contribuir a la
prosperidad del paÃs. Precisamente en aquel mismo año estalló la Guerra =
Civil
en España, que condujo a la emigración de miles de personas que buscaban
refugio en el continente americano, huyendo de las atrocidades del régimen
franquista. Esta fue la primera oleada de inmigrantes españoles, cuyas
motivaciones para abandonar su tierra eran de carácter polÃtico. La segun=
da
oleada se registró a partir de 1948 y obedeció más bien a problemas econ=
ómicos
debido a las penurias que estaba atravesando la Nación Española, como
consecuencia de la devastación ocasionada por la Guerra Civil. Desde 1939
comenzó a ingresar a Venezuela una numerosa comunidad de inmigrantes espaÃ=
±oles,
ocupando al principio en la mayorÃa de los casos empleos de baja calificac=
ión,
para ascender luego en sus puestos de trabajo, o bien aventurarse a crear
negocios por cuenta propia, que, con el transcurso de algunos años, habrÃ=
an de
convertirse en exitosas empresas. (p. 123)
    Ahora bien, tenie=
ndo en
cuanta lo anterior resulta plausible traer a colación, cómo en algunos pa=
Ãses
hispanos, se continúan presentando episodios en los que a través de la bu=
rla o
manipulación del discurso mediático, ciertos y determinados sectores
empresariales, religiosos, polÃticos y sociales, se han esforzado por
ridiculizar a algunos actores polÃticos o figuras de la palestra pública,
aprovechando su origen indigenista o no blanco, promoviendo la matriz de
pensamiento estereotipada, infravalorando al sujeto en cuestión con apoyo =
a su
tono de piel, claros rasgos indÃgenas o afrodescendientes y su postura
ideológica orientada hacia la reivindicación de las mal denominadas “mi=
norÃasâ€;
de lo cual ha sido testigo más recientemente la sociedad mexicana, chilena,
colombiana y venezolana, exponiendo como a inicios del siglo XXI, continúan
filtrándose en el imaginario colectivo hispano, las lÃneas de pensamiento
colonialista, reforzando, normalizando y perpetuando los valores estéticos=
eurocentristas, pues todo lo anterior se adhiere a una
matriz discursiva, en la que se desprestigia lo que sea que tenga que ver, =
con
las caracterÃsticas fÃsicas criollas y los estamentos autóctonos, para e=
levar
al hombre blanco como la personificación de la belleza, la sabidurÃa y el
progreso.
    Por ello, el habl=
ar de la
belleza blanca como capital social, no es una premisa que haya surgido de f=
orma
caprichosa. En realidad, desde hace varios años, diferentes autores han
coincidido en que la piel blanca, se ha elevado y sostenido como un caráct=
er
que aún de origen biológico, el imaginario colectivo hispano, le ha otorg=
ado
gran importancia y relevancia social; erigiéndole como un recurso de rique=
za
intangible, del que puede sacarse provecho en un sentido multiforme, aún s=
in
ser consciente de ello. Asà pues, en la vida diaria de los eurodescendientes,
que transitan la realidad social compartida en hispano=
américa,
durante sus actividades cotidianas cómo cuando van al trabajo, a la univer=
sidad
o momentos de ocio, recreación y esparcimiento, experimentan un mejor
tratamiento que sus coterráneos no blancos.
    Igualmente, es pr=
ecisa la
ocasión para dejar claro que en su realidad personal, los hombres de piel
blanca, gozan de un conglomerado de privilegios; que desde la normalidad de=
su
vida cotidiana, pasan por algo menos que causal, ya que están acostumbrado=
s a
ser considerados varones de interés sociocultural prioritario, carga biolÃ=
³gica
superior y la encarnación del modelo estético mejor percibido, desde la
perspectiva de quienes le rodean, configurándose asà el privilegio de
    Ahora bien, estos=
valores
estéticos sobre los que se apoya, el capital social reconocido a la piel
blanca, se configuraron y consolidaron en el periodo colonial, fueron hered=
ados
desde hace más de dos centurias; y aún al dÃa de hoy se traducen en idea=
rios
colectivos, representaciones y prácticas de desigualdad, asà como cualqui=
er
otra forma de discriminación conexa, perpetuando el arraigo histórico de =
la
ideologÃa eurocentrista. Lo descrito en párra=
fos
anteriores, da cuenta de los alcances que el privilegio de los blancos sost=
iene
en la contemporaneidad, sesgando y distorsionando los estereotipos somátic=
os
ideales, construidos consuetudinariamente, en la narrativa social de las
naciones hispanas, sobre lo cual resta mucho por investigar.
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