MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01D5C640.6C4CB270" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como archivo de almacenamiento web. Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos, como Windows® Internet Explorer®. ------=_NextPart_01D5C640.6C4CB270 Content-Location: file:///C:/E16BB0CF/file1215.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="windows-1252"
El Método de Análi=
sis
Lingüístico: su Empleo para el Análisis del Texto Literario.
Mileidy
Tiza Martínez1*, Eraida Campos Maura1, Rogelia Inerai=
ti1.
1Universidad Central Marta Abreu de Las Villas,
Cuba.
*Autor
para correspondencia. Email: mtiza@uclv.cu
Recibido: 21 de nov=
iembre
de 2018
Aceptado: 23 de mar=
zo de
2018
______________________________________________________=
_____________________
Resumen
La literatura contribuye a la
formación de la personalidad del alumno, a la comprensión de su condición
humana y en lo social, es una experiencia que permite descubrir la vida
interior del hombre. Según los criterios de Juan Ramón Montaño, cada vez más
hay consenso en que leer es bastante más que saber reconocer cada una de las
palabras que componen el texto. Leer es, básicamente, saber comprender y, s=
obre
todo, saber interpretar, o sea, saber llegar a establecer nuestras propias
opiniones, formuladas como valoraciones y juicios (…) leer es participar en=
un
proceso activo de recepción (…) saber detectar pautas, indicios o pistas, s=
er
capaz de establecer relaciones, de integrar saberes, vivencias, sentimiento=
s,
experiencias de comprensión y, finalmente, elaborar una interpretación.
(Montaño: 2009, 1). Por estas razones los docentes de la Carrera Español
–literatura ponen en práctica en su hacer diario experiencias metodológicas=
que
le permitan un proceso de enseñanza –aprendizaje de la lectura donde se
implementan de manera novedosa los postulados de la ciencia, en este caso en
particular, lo concerniente a los métodos de análisis de textos literarios
artísticos, por ser este, de difícil decodificación para los alumnos. Se
muestra como insertar el método de análisis lingüístico en un cuento de Luis
Felipe Rodríguez: La guardarraya.
Introducción
¨No podremos, ciertamente, enseñar a nuestros alumnos a ser escritor=
es y
poetas, porque eso no se puede enseñar, pero sí los enseñaremos a sentir y a
pensar, a comprender las bellezas que el ingenio humano ha encerrado en el
ánfora milagrosa de la palabra y a palpitar de entusiasmo y emoción ante la=
s más puras y más altas manifestaciones del
sentimiento estético de un siglo o de una raza¨.
=
Max Henríquez Ureña
El
acercamiento a cualquier reflexión sobre el texto supone hoy el choque
inmediato con un abundante cuerpo teórico al respecto. Existen numerosas
definiciones que, enunciadas desde aristas disímiles, no siempre lingüístic=
as
exclusivamente, brindan la ocasión de enriquecer los esfuerzos por comprend=
er
este concepto, y sobre todo, por entender cómo se construye, cómo funciona,
para qué lo hace, para quién y por qué, cuáles son las necesidades
circunstanciales que lo sustentan y qué aspectos de la realidad actual lo
distinguen. Para estudiosos de campos como la Semiología, la Semiótica, la =
Psicolingüística,
la Sociolingüística, la Semántica, la Estilística, la Lingüística textual, =
la
Gramática, afanados por sistematizar todos sus aspectos, imprescindibles ho=
y en
la sociedad vertiginosa y de creciente desarrollo tecnológico, hallar los
elementos identitarios actuales de este término es fundamental.
El
siglo XXI lanza sus desafíos a las ciencias y justamente ello echa luz sobr=
e la
pertinencia de estos estudios del lenguaje en general y del texto en
particular, sobre todo ahora cuando también ha de ser reanalizado el mundo =
de
la lectura en soportes digitales cada vez más estilizados.
Sin
afiliarnos a una clasificación específica y reconociendo que cada una
constituye un paso más en la comprensión de este fenómeno, comprendemos que=
los
estudios sobre el texto, sus clasificaciones y funciones gozan de pleno vig=
or a
partir de la total importancia que se reconoce al lenguaje ante las realida=
des
presentes, que incluyen grandes diferencias tecnológicas, culturales, socia=
les
e ideológicas.
El
texto, en su vínculo dialéctico entre contenido y forma, expresa una relaci=
ón
pensamiento-lenguaje que revela a una sociedad, una época, una generación, =
un
individuo; sus diversas formas ya sean orales, escritas o sígnicas no son m=
ás que
muestras de ello. Entonces, el texto coloquial, el profesional, o el
artístico-literario son portadores de lo general y lo particular al mismo
tiempo; se expresan en una literatura que, enfocada desde una perspectiva m=
uy general,
se aproxima, cruza y entrecruza una y otra vez. El cómo acercarse a ellos y=
a
esas distintas expresiones produce hoy investigaciones que tienen también en
cuenta un elemento clave: el receptor, debido a la función trascendente del
mismo.
De
entre todos los tipos de texto, en líneas generales, nos interesa resaltar
algunos de los aspectos del artístico-literario, dentro de cuyas regularida=
des
pueden sobresalir, entre otras muchas, las siguientes:
Para
el investigador cubano Juan R. Montaño Calcines queda claro que ¨no existe =
(…)
un método único, ideal, perfecto, universal, absoluto; antes bien, el estud=
io
de la literatura debe verse desde una perspectiva general en la que los div=
ersos
acercamientos nos permitan la mejor comprensión del texto y del hecho
literario. De ahí que la pluralidad de métodos y enfoques teóricos posibles=
se
le ofrece al crítico, al lector, al maestro o profesor para que sea él quie=
n,
de acuerdo con la naturaleza de la obra, las circunstancias en que fue
producida y los objetivos que se persigan con su estudio, escoja el o los m=
ás
adecuados para cada caso particular. Todos los métodos, entonces, persiguen=
, en
última instancia como objetivo supremo, la comprensión, explicación y análi=
sis
de la obra y, finalmente, la emisión de un juicio de valor. ¨
Y
en esa pluralidad de métodos, dentro de los cuales pueden mencionarse el mé=
todo
de análisis dimensional, el de análisis estilístico, el de análisis
semiológico, está también el de análisis lingüístico, del mayor interés para
las autoras, por considerarlo igualmente eficaz para la aproximación al tex=
to
literario, pero que no siempre se emplea quizás por las preferencias hacia
otros más socorridos como el sociológico y el psicológico, por ejemplo.
En
el área docente, particularmente en lo relacionado con el análisis de textos
literarios, es una necesidad, como se desprende de las palabras citadas, la
constante búsqueda y puesta en práctica de diversos métodos para el abordaj=
e de
una obra, la cual en su diversidad genérica es plural y única a la vez Por =
qué
Pensada la respuesta desde una óptica escolar, nos enfrentamos al alumno co=
mo
destinatario de una obra literaria sin las experiencias de vida y académicas
suficientes, pero ubicado en un currículo que lo obliga a recibirla.
Corresponde al docente impedir que se apropie de errados criterios, o que
mecánicamente exprese lo que ya otras voces han dicho, subordinando su prop=
ia
voz. Toca al profesor ayudarlo a descubrir, a desentrañar, a disfrutar la
palabra escrita para él desde cualquier tiempo, a oír el mensaje desde
cualquier lengua y género y a que sea capaz de emitir su impresión.
Por
tanto, la preparación del docente debe ser suficiente, tanto en lo metodoló=
gico,
lo teórico como en lo didáctico a fin de que pueda ser capaz de tener éxito=
en
su misión social.
Metodología emplea=
da
Histórico-Lógico:
permite estudiar y contextualizar la trayectoria del problema investigado,
desde el punto de vista de su desarrollo histórico, su evolución en la teor=
ía,
así como las leyes generales de funcionamiento y desarrollo de los fenómeno=
s,
la determinación de su esencia. En este caso la esencia del método de análi=
sis
lingüístico y su manera de implementación.
Analítico-Sintético:
para la sistematización y procesamiento de la información de los estudios
realizados sobre este método y su análisis. .
-Inductivo-deductivo:
Sirve para llegar a generalizacio=
nes
sobre el fenómeno estudiado.
Algunos aspectos s=
obre
el método de análisis lingüístico.
Entendiendo
que en la naturaleza del texto literario están la ambigüedad, la arbitrarie=
dad
y que está lleno de una actitud ideoestética de la fuente, con lo cual infl=
uye
sobre quien lo recibe, se comprende que un acercamiento al hecho literario a
partir de los referentes lingüísticos es válido ya que es este precisamente=
el
que llega al destinatario, estructurado de forma específica y única.
Este
método, al cual hace referencia el Dr. Juan R. Montaño Calcines en su libro=
Temas de actualización literaria, =
pero
que ha sido abordado por otros investigadores, incluye los siguientes aspec=
tos:
-
Información sobre =
el
autor, su época, sus datos biográficos, su obra. Los diversos contextos:
psicológico, social, histórico, estético.
-
Análisis del texto:
Semántica del texto: núcleos de significación, redes, isotopías y
macroestructura semántica del significado del texto. Lingüística del texto:
léxico del texto. Título, palabras claves, símbolos; figuras semánticas,
figuras descriptivas, figuras lógicas.
-
Gramática del text=
o:
análisis de las palabras como categorías gramaticales, sus funciones y lo q=
ue
aportan al significado del texto. Análisis de los modelos oracionales (sint=
axis),
sus funciones y lo que le aportan al significado del texto. Análisis de las
figuras propias de la morfosintaxis estilística.
-
Análisis acústico y
métrico del texto
-
Estructura
compositiva, discursiva
-
Análisis pragmátic=
o
-
Conclusiones y
valoraciones. Importancia de la obra en su época y en la posteridad.
De
esta manera, se ilustrará la aplicación de elementos básicos del método de
análisis lingüístico a una obra representativa dentro de las letras cubanas,
con énfasis solo en su primera porción considerada la misma hasta los dos
versos que la cierran, cuyo autor =
figura
tanto en el actual programa de la asignatura Español-Literatura de noveno
grado, como en el curso de Literatura Cubana que reciben hoy los estudiante=
s de
la carrera de Español en las Universidades de Ciencias Pedagógicas del país=
. Se
trata del cuento La guardarraya=
, de
Luis Felipe Rodríguez, quien es una de las más altas voces del cuento en Cu=
ba. Nacido
en Manzanillo, en 1884, enfrentó desde la niñez los sinsabores de la vida d=
el
campesino en aquella época, que reflejó en su obra, considerada como una
denuncia del régimen de latifundio, explotación y dominación extranjera
prevaleciente durante la pseudorrepública.
La obra de este escritor ha influido en =
otros que
le sucedieron. En líneas generales, la crítica ha valorado favorablemente su
labor, amén de algunas observaciones relacionadas con su escasez de recurso=
s.
Pertenece a los escritores de la llamada primera generación republicana,
desenvuelta conforme a los procedimientos realistas propios de la novelísti=
ca
española de finales del siglo XIX; en sus obras, está presente el afán por
captar las circunstancias nacionales, de lo que se desprende un alto valor
político- social, aunque su examen no brinde soluciones profundas. En ellas=
se
advierten la ironía y la amargura como rasgos esenciales, aunque una etapa
esperanzadora se aprecia desde sus primeros libros. De acuerdo con el crite=
rio
del profesor Salvador Bueno, ¨cuando la Revista
de La Habana convocó a un concurso de cuentos en 1930, resultó triunfad=
or
su relato La guardarraya, que p=
ronto
sería traducido a varios idiomas. Y en 1932 aparece Marcos Antilla (cuento =
del
cañaveral) con prólogo de Juan Marinello. Estos relatos forman la piedra
angular del cuento contemporáneo cubano. ¨ Alberto Garrandés apunta lo
siguiente:
El movimiento renovador de carácter soci=
al
ocurrido en Cuba a partir de 1920, movimiento que incluye al fenómeno liter=
ario
de la vanguardia, no solo en sus novedosos aspectos formales, sino también =
en
los temáticos, tuvo, entre otras consecuencias, un efecto de redescubrimien=
to
de la realidad rural en la narrativa, especialmente en la cuentística, sobr=
e la
base de cuestionamientos sociológicos. Estos nuevos aspectos temáticos de
nuestro vanguardismo están en relación con el auge inicial del cuento
criollista (…) La renovación que dio lugar en términos globales al advenimi=
ento
del vanguardismo reacomodó, de forma mediata, con la impugnación de las
constantes del dominio neocolonial, las viejas direcciones de la narrativa
criollista; avivó los sentimientos antimperialistas y empezó a despertar en
algunos escritores, como Luis Felipe Rodríguez, una lucidez de relativa
eficacia para comprender el contexto histórico cubano inmediato, en particu=
lar,
la trágica realidad del campesino.
El
título del cuento ya remite al contexto del campo, pues la guardarraya, en =
su
significado puramente léxico y según el uso de la palabra en Cuba, es esa c=
alle
=
o
pasadizo que separa los cuadros de cañaverales o cafetales en el interior de
una plantación. Pero en la semántica del texto, es un importante núcleo de
significación que desprende un olor a tierra seca, a sol abrazador, a traba=
jo
mal remunerado, a desamparo; sentido que se afinca en la verdad de una hist=
oria
de explotación azucarera. La guardarraya es el grito de una conciencia que
juzga un pedazo cruel de nuestra historia, es una lectura sociológica que
inscribe la vida rural en el campo de la literatura narrativa; es sinónimo =
de
expropiación y de humillación.
La
macroestructura semántica aparece en tres segmentos que son únicamente la
manera de mostrar el desarrollo del conflicto. Historia surcada por redes l=
éxicas,
entre las cuales sintagmas nominales como filos
de mocha, veinticinco cuchillas infatigables, Nochebuena, Navidad, el niño
Jesús, redentor de la humanidad, Manuel Herdoza, Marcos Antilla, Mister Nor=
ton,
adquieren especial significación y funcionan coherentemente por y para la historia presentada. Al centrar la
atención en el primer segmento pueden apreciarse voces de uso común
perfectamente dispuestas en lo que se asimila
un preámbulo en el cual un narrador lanza invitaciones a su receptor,
que se concretan en formas verbales en modos imperativo e indicativo: enciende, ven, quiero que veas y oigas, celebraremos, convidaremos .El texto brinda nuevas asociacio=
nes
semánticas en las que puede leerse un sustrato histórico vinculado con nues=
tro
pasado; por ejemplo, guardarraya es esa
brecha abierta en la entraña viva del cañaveral, colonización, trata de
esclavos, sudor barato, bocoyes de alcohol, pailas de miel, pan de azúcar, =
sebo
de carreta y látigos de oro y de sol, política criolla y capital extranjero=
. También, Nochebuena es esta noche, Monseñor Jesucristo, la tradición ingenua del mundo cristiano, espíritu, pa=
n,
Dios, la estrella de Belén, Reyes Magos. De modo que, desde el inicio, =
las
voces adquieren otros sentidos capaces de enriquecer con sugerencias que
funcionan para ese y no otro texto. En ese mismo segmento abundan los
sustantivos que desde estructuras nominales diversas, tributan a la complej=
idad
y sugerencia narrativa. Por ejemplo: las que declaran la estructura
administrativa del contexto local e histórico de los personajes: el administrador del ingenio, su secre=
tario
Rogelio Rivas Soto de Casamayor, el inapreciable colono Fico Larrachea;=
también
una muy breve pero sugerente expresada en el sintagma nominal Mister Norton, tan pletórico de le=
cturas
a partir de lo que para la historia patria fue la intervención norteamerica=
na.
Pero sintagmas como compatriotas y
compadres, acompañados, respectivamente, de los adjetivos buenos y mejores, ofrecen una
información acerca de la fraternidad entre aquel grupo de hombres unidos po=
r la
miseria y la explotación.
En
el contexto anecdótico otras estructuras lingüísticas como muchacho, lo que te voy a decir, cuento de camino, aquel día,
desempeñan su función: la primera señalando a un interlocutor con el que se
entabla una suerte de diálogo que viaja desde un presente hacia un pasado
evocado; por eso, las siguientes estructuras citadas se proyectan al inmedi=
ato
relato expuesto en las secciones dos y tres, cuyos límites temporales no se
determinan, y se deja únicamente al sintagma nominal aquel día, que marca la importancia de un día específico, no ot=
ro. Aquel día, relacionado léxica, sem=
ántica,
afectiva y argumentalmente con esta
noche, la tradición ingenua del mundo cristiano, Nochebuena. Aquel día =
como
el instante en que, en paz y armonía, se integra un grupo de hombres para
celebrar tranquilamente; aquel día =
como
el momento en que se dicen por parte de Manuel Herdoza las palabras que lue=
go
provocarán la cesantía. Resulta interesante ver la composición de dicho
personal: cubanos de diversa procedencia, un español ( en cuya presentación=
ya
se declaran elementos de una conciencia revolucionaria precedente), dos
jamaiquinos, un dominicano, elementos todos que expresan la regularidad de =
una
situación de miseria que trasciende las fronteras nacionales para situarse =
en
cualquier lugar geográfico del continente americano, situación que los une,
además, afectivamente, y que, a juicio de las autoras, da una proyección muy
especial a la historia narrada.
En
el discurso se emplean estructuras que revelan el diálogo que se entablará
entre el narrador (no el autor) y el interlocutor. El primero definido en u=
na
oración cuyo sujeto, formado por
sustantivos en aposición, brinda de modo apretado una caracterización gener=
al
del personaje: Yo, Marcos Antilla, =
hijo
espontáneo de ese terrón insular y con todos los defectos y virtudes del
criollo auténtico, voy a relatarte el cuentecillo de la guardarraya.
Incluso
lingüísticamente es muy aportadora la estructura empleada por el autor para
presentar al narrador. Yo, Marcos A=
ntilla
no deja espacio a dudas sobre quién asume el acto de contar, lo personaliza;
por tanto, lo que el lector tendrá ante sí es la historia vivenciada por Ma=
rcos
Antilla, lo que la llena entonces de subjetividad e intimismo. Luego él mis=
mo
se permite brindar una suerte de identificación en que deja clara su
insularidad y la tenencia de sus rasgos definitorios, concentrados en el
sintagma nominal criollo auténtico.=
En
este primer segmento de lo contado, el segundo párrafo es importante con
respecto al desarrollo general de la historia, pues ahí se expresa la idea =
de
la celebración de la Nochebuena, surgida de Marcos Antilla (Aquel día, yo le dije a mi compañero: =
Esta
noche va a nacer para nosotros Monseñor Jesucristo, en lo más humilde y osc=
uro
del cañaveral.) El sintagma con que finaliza la segunda oración gramati=
cal,
es consecuente con la idea universal de Jesús entre los pobres; lo más humilde y oscuro es justame=
nte el
sector social de los desposeídos y humillados, de los que trabajan duro, de=
los
que sudan. Y es además, portador de la presencia del tema cristiano en nues=
tra
cultura. Aunque muy humilde, la celebración incluirá la invitación, dada a =
través
de la forma verbal convidaremos,
lógicamente en futuro del indicativo, y llena del sentido de amabilidad
distintivo del cubano. En ese primer segmento la iniciativa de sustitución =
que
también distingue al hombre de esta tierra se representa en que a falta de la estrella de Belén, utilizarán =
el tubular de la negra Paula Celestina=
,
y a falta de Reyes Magos, serán
convidadas personas importantes del ingenio.
Una
nota importante la ofrece la estructura que cierra el segmento: (Esta noche es Nochebuena y nació Crist=
o en
Belén) Queda claro que se trata de una especial noche, festejada en nue=
stra
cultura, pero argumentalmente unida a que algo, aún no dicho, sucederá, que
hará que sea distinta, más allá de su rasgo de tradición.
En
general, el texto ofrece la posibilidad de disfrutar recursos que lo enriqu=
ecen
extraordinariamente. Por ejemplo, el inicio del segundo segmento del cuento=
, se
presenta con una extensa oración cuyo articulado sujeto, además de poseer un
valor metonímico esencial, aporta plasticidad y una precisión histórica
conmovedora que da cierta nostalgia a la historia. Éramos veinticinco filos de mocha a lo largo de la guardarraya,
veinticinco cuchillas infatigables, buenas piezas de barracón y hamaca de s=
acos
de harina, entre los cuales la mitad eran carbones apagados del horno ardie=
nte
de la campiñita haitiana.
El
autor ha presentado su cuento con una división externa en que se advierten =
tres
segmentos que solo realizan la función de marcar una introducción, un
desarrollo y un desenlace, los momentos de una historia barruntada ya desde=
su
primera etapa, que da paso a la presentación de la dureza de la vida cotidi=
ana
de los hombres del cañaveral, para luego llegar al momento en que se narra =
la
noche y la consecuencia de unas ingenuas palabras. Todo el discurso corresp=
onde
con la sencillez de sus protagonistas, así como el ambiente en que transcur=
ren
los hechos, lo que asegura el valor pragmático que posee toda la dimensión =
de
la obra, cuya estructura lingüística es muestra fehaciente de lo planteado.=
También ese pragmatismo se proyecta haci=
a lo
que la historia narrada pueda generar, provocar, suscitar en el receptor, q=
uien
se ve frente a una realidad que, siendo profundamente cubana en un momento
histórico específico ya superado, puede alcanzar ribetes universales que
compulsan aún la necesidad de eliminar situaciones como estas; de manera qu=
e,
no es posible permanecer impasibles o indiferentes ante lo mostrado en La
guardarraya. Voces utilizadas en los tres segmentos lo ilustran; por ejempl=
o: cortadores de caña, guardarraya, barra=
cón,
sudor, sangre, chivo. En esta dirección analítica es fundamental resalt=
ar
la significación del sintagma nominal La Guardia Rural debido a su vínculo con el desenlace del
cuento, pero también por todo el significado social que tiene dentro de la
historia de la nación cubana. Para cuando está por concluir La Guardarraya resulta de interés =
el
valor que adquiere la palabra tierr=
a,
pronunciada por Marcos Antilla y por Mister Norton en dos diálogos sugerent=
es.
El primero dice: Mister Norton está=
muy
mal informado. Celebramos el nacimiento del redentor del mundo en nuestra
tierra. Nadie nos lo puede impedir. Esto dicho por quien desde el mismo
inicio del cuento se ha presentado como un criollo
auténtico, permite una riqueza lectural que asegura una firme tradición
cultural y una actitud digna propia de la identidad de nuestro pueblo; las
estructuras lingüísticas nuestra ti=
erra
y Nadie nos lo puede impedir al=
canzan
connotaciones extraliterarias, presentes también en la autoritaria respuest=
a de
Mister Norton: Esta tierra no ser s=
uya,
esta tierra ser de la Cubanacan Su=
gar
Company.
En
líneas generales puede afirmarse que La
Guardarraya, que forma parte del libro
Marcos Antilla. Relatos del
cañaveral (1932), es una historia representativa de los cambios que se
operaban en el pensamiento social de los escritores de esos años, imbuidos
además en los aportes del vanguardismo. En este los esfuerzos por una estét=
ica
capaz de posibilitar los cuestionamientos sociales a partir del sistema de
dominio colonial son evidentes. La voluntad de expresar las esencias nacion=
ales
y la denuncia directa de la explotación social y económica derivada de la i=
njerencia
foránea, están presentes en este cuento representativo de la narrativa cuba=
na
de esos años. El lenguaje, connotativo y denotativo, despojado de accesorios
innecesarios, tributa a una intención cronística perfectamente conseguida c=
on
eficientes estructuras.
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Invest. pens. crit. (=
ISSN
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2018
pp. 101-107
= ___________________________________________________________________________= ______
Invest. pens. crit. (ISSN
1812-3864)
Vol. 6, No. 1, enero-abril 20=
18
pp. 101-107
__=
________________________________________________________________________